Ramón Cote Baraibar, ??, Colombia
I Si se pudiera mirar a contraluz el corazón de los melancólicos Aparecería la osamenta de veinte casas demolidas y un siete Cueros que un jardín inútil abre su flor morada para nadie. Acercando el oído, sonaría la fugitiva ocarina del afilador y se Vería con claridad el crecimiento del pasto entre los ladrillos y Una sola puerta. Si se pudiera pasar el corazón de los melancólicos sobre la punta de Una vela, aparecerían escritas, con el limón del testamento, las letras Del funeral anticipado que presagian las hortensias, un cuerpo desnudo Recibiendo a baldados el agua fría de la alberca, empinadas escaleras que Tienen pintado justo en la mitad, como en las pirámides, un ojo de advertencia. También resonarían algunos nombres: María de los Ángeles, Catalina, Elena, Pero sobre todo, se vería cruzar una pesada bicicleta de carnicería, de derecha a izquierda. II Sin consultar a los vacilantes, sin avisar a los débiles, sin prevenir a los solitarios, han destruido hasta el cansancio manzanas enteras de edificaciones. Con cada piedra removida de su lugar nos arrancaron los ojos inocentes. Fueron particularmente severos con las pequeñas tiendas de barrio y muy pronto desaparecieron de las calles sombreadas de pimientos sus nombres milagrosos: La Macarena, La Santillana, el Hemisferio, el Bulevar, el Arlequín, la Castellana, donde el aire oprimido de sus estantes atesoraba su precaria Abundancia, donde el paladar compartió la alegría de conocer el reino mineral, animal y vegetal al abrir los papeles azul y plateado de los chocolates, donde nació el amor por la palabra ultramarinos. III Por las alacenas vacías, por las vajillas incompletas, por las baldosas enceradas al extremo, por las mesas de planchar, caminan ahora solitarios alacranes. Las mariposas de las bisagras se niegan a abrir sus alas oxidadas. Parece mentira pero han hecho hasta lo imposible por erradicar la esbelta belleza de las balaustradas, por borrar con una avaricia desconocida cada uno de los vestigios de la infancia, por suprimir la referencia de los árboles. A pesar de tanta magnolia destronada, a pesar de perder las vocales que nos hacían visibles, no han podido eliminar las bicicletas de carnicería, que con obstinación veinte años más tarde continúan cruzando, de derecha a izquierda.