Parque Diamante Pueblo Patricios (Primera parte)
El paisaje ha cambiado bastante, ayer era invierno y hoy, cuando nos preparamos para pedalear ya es primavera. Desde el balcón de la residencia las bicis están ordenadas en el mesón/escenario. La primera pedaludikear. la dirigen los extranjeros Aldana y yo. Como dije en El sur y otras cosas vistas desde el aire mi plan cartográfico está en marcha. El desafió es recorrer Pueblo Diamante en Parque Patricios, rastrear el mapa propio en el mapa ajeno, encontrar las palabras de estas Bitacoras¨en el espacio que por ahora es ajeno y que siento con el tiempo se volverá más propio.
Once pedaleantes sin rumbo, ellos porque me niego a que sepan, yo porque sólo conozco las calles por las que andamos a través de los ojos neutrales y asépticos de los mapas.
(Hago un alto en el relato para buscar a mi hijo y mi compañera en la puerta de Parque de la Costa)
A las pocas cuadras aparece la primera dificultad: no pensé en el sentido de las calles desde cheLA hasta la primera parada, el estadio de Huracán. Al llegar a Amancio Alcorta también me pierdo, de nuevo, pero supongo el rumbo hasta la cancha. El estadio se impone, un coliseo moderno, antes los bares y pintadas nos avisaban que estábamos llegando al estadio, decidimos rodearlo, las cuadras son interminables, de una lado la pared lateral del estadio, vacía de espectadores y del otro lado los esqueletos de los edificios en construcción y la mirada incrédula de sus constructores a nuestro paso, estos se han perdido deben haber pensado algunos, unos solos miran, otros extiende la mano o dicen algo, el mundo que vendrá será construido por albañiles y nosotros seremos y somos bienvenidos en él.
(Comparto con un cordobés, un brasileño, y algunos porteños la entrada del Parque de la Costa, este lado de los molinetes, alguien intenta entrar, no lo dejan, algunas personas salen, nadie entra. Solidaridad latinoamericana en la espera. Silvi y Manu siempre son los últimos de salir de cualquier fiesta, hace tiempo espero encontrar las flores de la calza de la Silvi entre la manada de piernas y cuerpos que intentan enfilarse por los molinetes y salidas, apenas escribo que los espero aparecen)
Cuando la vuelta termina hacemos la primer parada, Esta es la cancha de Huracán, digo, todos me miran esperando algo más, por ahora no tengo nada más que decir, Fabian toma la palabra, nos dice que nuestros clubes son raros en el mundo porque no tienen dueño, tiene un presidente que elige una mayoría de socios, en el mundo no se entiende y eso que es una realidad en River o en Boca en estos clubes se nota mucho más, los clubes de barrio son lugares de encuentro, de reconciliación, mi compañera cuando está en Los Angeles sigue los partidos de Huracán y se pone triste si pierde, porque sabe que el barrio va a estar triste, seguimos, un pequeño cartel en una de las ventanas del club es una mensaje en una botella que flota en un mar rojo y blanco: se dictan clases de costura.