Una primera reflexión sobre el asunto, me hace pensar en el aspecto voluntarioso del uso de la bicicleta. Es una rareza cruzarse con un ciclista que declare estar utilizando ese medio porque no tiene otra opción. Quizás parezca un detalle poco importante, o incluso tautológico. Pero resulta de especial interés, si tomamos en cuenta la pesadilla para la salud mental* que implica manejar un automóvil en horas pico. Es una maravilla, en el contexto de una gran urbe, poder optar por un medio de transporte que elijamos de manera afirmativa, y no “porque no queda otra”. Este aspecto de voluntad afirmativa, sumado a que la bicicleta es un objeto no escaso y disponible para la mayoría, propone un horizonte interesante para pensar una movilidad sana.
Segunda reflexión: pedalear a diario conecta a la gente con su comunidad. Comencé a notar esta posibilidad en la medida en que fui creciendo y buscando nuevos grupos de referencia. Eso podría ser explicado como un fenómeno independiente del uso de la bicicleta. Cierto, pero el proceso no hubiese sido tan profuso y fértil si durante los últimos 8 años hubiese usado únicamente el transporte público o si el año pasado hubiese accedido a la demanda de mi pareja de comprar un auto (!). La eficiencia y versatilidad de la bicicleta en el medio urbano permiten detenerse, dar lugar a un encuentro casual, hacer una pequeña compra o explorar un pasaje hasta ese momento desconocido. También permite hacer un desvío inesperado, compartir el trayecto total o parcialmente de manera regular o casual con colegas, vecinos o amigos. Conceptualmente, la plataforma tecnológica que nos ofrece la bicicleta es lo más parecido a un medio de transporte modular libre que tenemos hasta el momento.
Estas reflexiones me hacen pensar a la luz de experimentar a diario la ciudad como ciclista, en un posible recorte analítico de lo que ella puede ser, o mejor dicho, de por qué elegimos vivir en ella: conexiones. Mucha de ellas. Una gran ciudad es un lugar para conectar personas, oportunidades económicas, ideas, habilidades, intereses, pasiones. Incluso genes. ¿Cuántas conexiones potenciales se perdieron solamente porque la gente puede literalmente caminar desde su casa a la cochera, meterse en su auto, manejar al trabajo, dirigirse a un estacionamiento y tomar el ascensor directamente a su cubículo? Sería difícil diseñar un sistema menos conectado que ese. Es aislante. Cualquier medio de transporte que tenga el potencial de conectar personas, también promueve la equidad social y económica. ¿Cuántas conexiones se están perdiendo sólo por la manera en que nos movemos? Creo que esa es razón suficiente para que las administraciones inviertan en modos alternativos de movilidad.
- me refiero a la inducción de ansiedad, agresividad y adormecimiento mental, no cuantificados científicamente. Todavía.