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Cárceles Cotidianas

Cuerpo-Rebeldía-Liviandad-Sensorialidad-Sentidos-Autonomía


¿Por qué me muevo?

Porque si pienso en mi movilidad, pienso en lo que todo eso implica,
específicamente, la experiencia sensorial. Disfruto del viaje, lo físico,
el desprendimiento de la quietud, de lo estático de la rutina.

Las “Cárceles Cotidianas”. Pienso en esta frase y se me ocurren mil cosas
del día a día, pero una sola cosa pienso, y está bien presente,
mi cuerpo liberado de aquellas cárceles. Cuando le di oportunidad a la bicicleta,
cambió completamente la percepción de mi cuerpo y mi mente.
Llegar o salir de casa ya no me molestaba porque en el camino me alivianaba, me liberaba.

Esta liberación también es sensorial, corporal. Me refiero al olfato,
el olor de las calles, de la ruta, del puente Chaco-Corrientes. A la vista,
la muchedumbre, el lio, la paz, el miedo, la tranquilidad, el perro bien cuidado,
el gato lastimado, la limpieza, casas despintadas, casas vacías y bien decoradas.
Al tacto, el manubrio y la transpiración, el frio y el calor en la piel.
El sol chaqueño, quemador. El gusto, a sed y el viento secando mi boca.

Y lo que más me interesa de estos sentidos, es el auditivo,
con música, sin música, los ruidos de la ciudad, de la rueda, de la cadena floja,
del ojo de gato cuando se aflojan los tornillos, el ruido de mi candado pegando
al caño. Los pozos, al frenar de repente. El ripio, el barro, el asfalto, el césped,
cada uno con su sonido particular.

Todo esto me resulta totalmente sinsestésico. Conjuntamente funcionan mis sentidos a la hora de pedalear,
y es por eso que considero que esto es lo que me mueve a moverme.

Ver: Materialidad