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El exilio voluntario y otras lindas costumbres mendocinas

El Barloa, El loco Juan, la rivalidad entre los del este, la rivalidad con Capital, la rivalidad del sur con todos, la edad media, flotas de camiones ¿Tener plata es ser inteligente? Pompeyo, comunión y confirmación, el vino, Mi hijo sólo camina más lento, la muerte de un conocido, sus amigos, Cortodramas, el barrio norcoreano, el Mau Funes, Europa en general, Francia en particular, el San Martín de allá y el San Martín de acá, los árabes, sus costumbres, Juan Comotti, los tipos de tetas: teta/alimento, teta/excitante, teta/playa, El Farmer, el burkini y otras cosas que parecen absurdas desde cierto punto de vista, esos son algunos de los temas que pueden hablar tres mendocinos cuando se encuentran en algún lugar del mundo que no sea Mendoza, con la participación/expectación de una chaqueña.
Quizás también pueda suceder en Mendoza pero si sucede fuera de ella tiene otro gustito. Esto pasó, el día de hoy, 27 de agosto, cuando fuimos con Aldana desde cheLA hasta Devoto a entregar un libro. Más de 30 kilometros en total. Una transacción que no ocupa más de 20 minutos, sin contar el viaje, nos llevó más de tres horas. No necesito deriva la deriva soy yo.
Suenan Los redondos mientras escribo y trato de entender el fenómeno por el cual cuatro desconocidos parecemos viejos amigos y encuentro algunos indicios: la solidaridad del exiliado voluntario, Pudo cruzar el charco a tiempo, encontrarse con un coterráneo lejos es un acto que se celebra, también nuestra educación provinciana de Atender a la visita, ese entrenamiento al que nos acostumbran desde que tenemos una edad para servir de una botella a un vaso o transportar una bandeja, eso contra lo que alguna vez refunfuñamos estaba presente en la ceremonia de traspaso de libro que se convirtió en almuerzo, ravioles con tuco y pollo, sobremesa, vino y cigarrillos, mediatarde, mate con pastelitos y tostadas, una charla en la que por momentos uno se sentía parte y por momentos uno estaba de espectador de una amistad de años, de una complicidad construida desde lejos o desde cerca.
A quien le importa, toda esa guinda, si te sofoca.
El último elemento que me parece importante en estos tiempos donde el encuentro real se convierte en un sospechoso material de análisis, es la solidaridad del artista: hiciste un libro, yo sé lo que cuesta, no me importa tanto si está bueno o no, te lo compro, te invito a comer, quédate para los mates.
Hace poco me quejaba de Mendoza y decía que podría ser más Dionisíaca sino fuera tan policíaca y creo que es cierto, pero también creo que, en los calabozos y los ranchos, hay mucha solidaridad, con el nuevo, con el recién llegado, con el que vivía a trescientos kilómetros de mí, pero una distancia más grande lo convierte en el vecino de la vuelta.
Mañana Geografía de la villa para principiantes y Cuentos prescindibles viaja a Francia y si algún argentino o latino lo lee también seremos vecinos.
Los libros, y el arte en general, son derivas que salen desde un punto, pero no se sabe dónde llegarán.
Los libros y los coterráneos son guardianes de la memoria colectiva. No me olvido de la represión de la calle Los filtros en San Rafael contada por Bautista Franco, no me olvido de la muerte del Gran Jorge Marziali, no me olvido de preguntar:

¿Dónde está Santiago Maldonado?